Director del pequeño Teatro Houdin y prestidigitador ante todo, asistió a las primeras sesiones del cinematógrafo y quiso comprar el invento para filmar sus propios trucos de magia. Los Lumière se negaron a asociarse con él, así que Meliès compró un invento parecido, el bioscopio, en Inglaterra y en 1896 empezó a exhibir sus filmaciones. Fundó su productora, Star Films, y construyó un estudio. Hasta 1906 gozó de mucho éxito con sus películas amaneradamente teatrales (la cámara no variaba el punto de vista, a veces incluso las filmaciones comenzaban con un telón alzándose). Se suele acudir a la dualidad Lumière/Meliès para mentar dos concepciones del cine que le son connaturales: la vocación realista-documental (Lumière) y la fantástico-espectacular (Meliès). En efecto, las cerca de 500 películas rodadas por este último podían ser realistas (como sus reconstrucciones de sucesos de la época) o fantásticas (como la famosa Viaje a la luna de 1902), pero siempre se trataba de argumentos de ficción, hechas con la intención expresa de narrar historias con las que entretener a un
público.
